Anodino

Se va. Todo desaparece, siento un fundido en negro a todo mi alrededor.

Un corazón excesivamente grande. Unas paredes que no soportan la presión. Una ventanas cegadas desde dentro. Mecanismos atrofiados que saltan y se parten en pedazos antes de lo debido. Y eso sólo lo tangible. Lo físico.

Rechazo, culpa, distancia, sufrimiento, egoismo, impaciencia, llanto, dolor, vacío y más culpa.

No queda ya nada de mí. He quedado limpio, tanto que no queda ni la carcasa. Ha sido completamente corroida.

Todo se acelera y se detiene a la vez.

¿Descubrirán todas mis mentiras?¿Y con ellas, toda mi verdad?

No importa. No debería importarme, sin embargo, les haré daño incluso muerto. Tal vez, más por omisión que por la verdad propiamente dicha. Pero aún así soy capaz de hacer daño hasta una vez pasado el límite.

El calor abrasador deja paso a la sensación de levitación. Una sensación de estar en una nube y de ser parte de ella.

Es un alivio partir. Incluso si el viaje acaba sólo con empezar. Es un alivio acabar con todo de una vez. Tumbado, exhalando el último aliento ya no soy cobarde, lo que me convierte en el más cobarde de todos. Sonrío. Soy tan cobarde que me siento aliviado por no tener que seguir enfrentándome a todo lo que perturba y aterra... perturbaba y aterraba...

¿Ser libre de cobardía es ser feliz?¿O también es requisito estar muriendo para que la ecuación sea realmente válida?

Y justo cuando todo es paz, calma, frescor, una idea en mi cerebro se aclara. La idea con la que me voy. La idea con la que escribir mi epitafio.

"Una existencia anodina no acaba, pues, en realidad, nunca comenzó..."

Así que no tiene sentido ni siquiera decir adiós.