Cuento de Navidad

Hace 4 días que nos despedimos de mi Padre. El hombre de la eterna sonrisa, la eterna mala leche, el del abrazo de oso, el severo, el sensible y el dulce. El que me despertaba por las mañanas y me tenía el desayuno preparado y la maleta lista para ir al cole, cuando iba al cole. El que fregaba los platos de aquella extraña forma antes de ponernos en marcha cada día. El que siempre tenía una palabara cariñosa con Papá cuando despertaba desgarbado (esa palabra se la decía muy a menudo… y se reían… nunca pregunté, pero imagino que era una broma interna entre ellos…). El que tenía lista la ropa de de Papá cada mañana del mundo y el que me miraba mal cuando yo no tenía lista la mía, aunque ya tuviera 25 años y no me dijera nada y simplemente me clavara la vista con aquella contundencia. El que nos protegía y cuidaba y mimaba.
Hace 6 días nos despertamos y no había nadie haciendo el desayuno. Papá me miró extrañado cuando entró en la cocina y me vió allí solo. Y en un horrible instante, al darnos cuenta de lo que fallaba en esa escena, sin mediar palabra salimos en su búsqueda.
No tardamos mucho en encontrarlo tirado en el suelo del salón, cuan grande era, en una posición sumamente complicada, con Kira, nuestra golden, acurrucada a su lado, acariciándole la barriga con el morro como suplicándole que despertara… Pues parecía que estaba dormido… Su cara redonda se dibujaba una especie de mueca de dolor con algo parecido a la felicidad, parecía que estuviera soñando con algo agridulce.
Papá se acercó muy lentamente y literalmente se dejó caer de rodillas con los brazos a los lados del cuerpo, como muertos. Kira se dividió entre la barriga de mi Padre y la mano derecha de Papá. Consolándolos a los dos. Mientras unas silenciosas lágrimas rodaban por la cara de ambos. Y muy despacito, Papá cogió la mano de mi Padre y se la acercó a la cicatriz de infancia de su propia mejilla, como siempre había ocurrido desde que tengo uso de razón e intuyo que mucho antes también. Mi Padre siempre agarraba con sus rechochas manazas la carita de Papá y le pasaba el pulgar por encima de la curva que tenía en el pómulo, sólo para preparar la zona para el beso delicado que siempre le depositaba, como si fuera algo mágico, como si fuera un ritual divino, pues la cara de ambos en ese instante siempre era de pura felicidad, de puro amor, de pura paz. Pero esa vez ni el pulgar se movió y hubo beso, ni paz, ni felicidad. Y el sollozo de Papá me hizo despertar de mi letargo y darme cuenta que mi Padre estaba en el suelo, sin moverse, sin respirar. Mi Padre estaba muerto.
Llevo 6 días desayunando zumo de brick y unas tostadas.
Menudo asco de desayuno.
Pero el desayuno de hoy es aún más asqueroso, porque hoy es 24 de diciembre.
Mi Padre siempre nos despertaba el 24 con una sonrisa espectacular en su cara, nos desperezaba, nos obligaba a ducharnos y ponernos guapos para ir a desayunar los mejores churros con chocolate del lugar, como para preparar el estómago para el desfile grasas de los próximos días. Y era algo que, en realidad, Papá y yo esperábamos todo el año. Esperábamos todo el año a ver esa cara, porque siempre tenía una sonrisa para nosotros, sin embargo cuando nos despertaba el 24 de diciembre lo que se leía en su rostro no se puede describir con palabras, porque la felicidad pura no se puede ser descrita. No hay nada que explique lo que irradiaba ese hombre al ir de la mano de su marido paseando por la calle mientras su hijo caminaba junto a ellos y no podía evitar sonreir al reconocer el amor y verse obligado a detener el avance para darles un par de besos y un abrazo gigante y Kira saltaba y labradaba a nuestro alrededor de puro contento. No hay palabra suficientes para describir eso.
Eso que ya no volvería a ocurrir nunca más.
Y en ese segundo de claridad, no me he podido contener. He empezado a llorar como un bebé, esperando que en cualquier momento entrara por la puerta con sus tejanos y su camisa blanca marcando esa curva de la felicidad que tanto me gustaba abrazar de pequeño y me cogiera mi cara con sus manos me diera en beso cerca de la oreja, de los trompeteros, de los que te dejan sordo y me abrazara fuerte, muy fuerte, como él siempre me había abrazado y me consolara y me dijera que no pasaba nada, que todo iba a ir bien.
Entonces, como por arte de magia, una manos cálidas y temblorosas, muy temblorosas, me han cogido la cara, me han levantado el mentón y Papá me ha dado el beso y el abrazo que buscaba, un beso más dulce, porque Papá es menos bruto que mi Padre y un abrazo que no me va a partir las costillas, porque Papá es menos animal que mi Padre, pero aún así, el amor con el que me ha besado y abrazazo ha compensado de sobra lo que me faltaba en ese momento. Y lo único que he podido hacer es llorar envuelto en sus brazos, mientras sentía como su pecho saltaba con sus propios sollozas apagados. Intentando decirme que no pasa nada, que todo va a ir bien. Aún sin ese mastodonte con su gran y redonda barrigota ni esa cara barbuda y sonriente y rondando por la casa, todo va a ir bien. Eso ha intentado que nos creyéramos Papá… Y entonces he tenido que reprimir un pensamiento, porque realmente no creo que hubiera podido sobrellevarlo: quien abraza y besa a Papá para consolarlo?
Y entonces han empezado a pasar csas que han quitado de mi mente esa terrible pregunta.
Papá me ha cogido de la mano y me ha llevado al salón. Hacía 6 días que el árbol de Navidad había desaparecido de la esquina de la sala. Papá no podía soportar verlo ni un segundo más allí. Y sin embargo, allí estaba otra vez. Con su espumillón, sus bolas de cristal, sus estrellas, su nieve en las ramas, los regalos en la base… todo, excepto la estrella dorada para coronar el árbol. La estrella que durante tantos años mi Padre me había dado y subido a hombros para yo la colocara mientras Papá nos hacía la foto finish de rigor. La misma estrella que ahora estaba en la mesita de centro. Y Papá, sin mediar palabra, la ha alcanzado y me la ha dado para que pudiera devolverla a su lugar. Donde mi Padre la había deajdo hacía ya casi 3 semanas.
Me he acercado al árbol, con la imagen de la mano regordeta y peluda de mi Padre acompañando una manita regordeta también, pero muy muy muy pequeña a comparación, que era la mía y devolví la estrella dorada a su legítimo lugar. Coronando nuestro árbol de Navidad.
Ni Papá ni yo hemos podido dejar de llorar. Ha sido algo incontrolable. Nos faltaba una parte que jamás íbamos a poder recuparar y 6 días después de perderla yo he sido más consciente de eso que de ninguna otra cosa en mi vida. Así que parecía que el llanto era la única salida.
En ese momento, ví un sobre abierto en la mesita de centro, donde antes había estado la estrella dorada de la Navidad y pidiendo permiso a Papá solo con la mirada, ya que no podía emitir sonido alguno, la cogí y leí lo que era una nota escrita con la cuidada y redondeada letra de mi Padre:
“Liber, mi vida, mi Peque, mi amor. Me he ido. Lo sabíamos desde siempre, así que no pasa nada, me he ido y no hay nada que hacer a ese respecto. No le des más vueltas, mi Todo.
Sobran las palabras, pero quiero que sepas que me lo llevo todo conmigo, todo lo que me has dado, una familia, un hogar, una historia que contar con orgullo, y todo el amor que lguien puede ser capaz de experimentar. Eres un hombre tremendamente cabezón, pero eres el hombre más dulce que jamás haya existido. Y has querido ser el mío, Mi Hombre. Gracias, mi tesoro, gracias por estar conmigo toda una vida. Gracias por regalarme todo lo que deseaba, gracias por regalarme Mi Cuento…
Te amo. Y no lo escribo ni en pasado ni en futuro, porque lo sigo haciendo como lo he hecho siempre, en cada instante desde que te besé por primera vez. Te amo. Y eso no va cambiar pase lo que pase. Haya pasado lo que haya pasado…
No voy a decirte lo que tienes que hacer a partir de ahora. Ya sabes lo que te he dicho siempre. Pero te voy a pedir únicamente dos cosas. 
Cuída de los tres, de mi familia a la que amo más que a nada, porque no hay nada más importante para mí que mi marido, mi hijo y esa jodida chucha que nos vuelve locos a todos pero nos cuida como nadie. No hay nada más valioso que tú y Eduard y Kira. Así que cuida de los tres por mí, yo sólo podré ya velar por vosotros, pero no os podré hacer el desayuno.
Mi vida, cuida de mi familia por mí.
Y la otra cosa que te quiero pedir es una trampa… lo sé… pero no puedo evitarlo… Hace días que sé lo que va a ocurrir, lo noto, mi corazón me lo estaba advertido, y como no podía ser de otra forma, tenía que ser en estas fechas. Unas fechas tan importantes para mí y tan poco esperadas por ti. Pero aún así, te pido que cuando leas esto, vuelvas a poner el árbol. Sé que lo habrás hecho desaparecer en el acto. Pero cuando encuentres esta carta y la leas vuelve a ponerlo, por favor, y deja que nuestro hijo vuelva a colocar la Estrella de la Navidad en su lugar como siempre hizo de pequeño.
Hazlo por mí. Soy egoista y mucho al pedirte esto. Pero quiero que la Navidad no se vaya nunca de esa casa, no me dejes desaparecer de esa casa. 
Os amo. 
Y cuando nuestro hijo lea esto…
…quiero que sepas que mi marido me devolvió a la vida, pero tú me diste una nueva llena de cosas por vivir. He intentado que fuera así para ambos, no siempre lo habré conseguido, pero creeme cuando te digo que lo he intentado con todas mis fuerzas. Y sea méridto de quien sea, te has convertido en un gran hombre, una gran persona y estoy más que orgulloso de haber sido tu padre. ¡MUY Orgulloso!
No estés triste, pequeño. Todo va a ir bien, no pasa nada. Es el ciclo de la vida mi niño. Estaré ahí vigilando y velando por tu felicidad, pero debes buscarla y no dejar nunca de hacerlo!
Te amo hijo mío! ^_^
Sabed una cosa muy importante: nunca estaré solo allá donde vaya, porque os llevo en mi corazón. Esté donde esté siempre podré sonreir al recordar que sois mi familia. Lo mejor que le podía haber pasado a nadie, sin ninguna duda. Mi Familia… 
¡Feliz Navidad, a los tres!”

 8 Navidades después…

Hoy 24 de diciembre, 8 años después de despedirnos de ti, Papá ha subido a mi hijo, que por supuesto se llama Joan, a hombros para colocar la Estrella de la Navidad en el lugar que le corresponde, a tu lado, en lo más alto del árbol.
Hoy te echamos de menos, como siempre.
Allí donde estés cuídanos.
Mil besos y un gigantesco abrazo, Abuelo… ^_^

Dibujar en un trozo de papel

Sentado en una cafetería cualquiera. Tomando una infusión. Solo. Cavilando.
Sé que tengo un lápiz en mi maleta y un bloc de notas. Siempre lo llevo para apuntar cosas. Chorradas, la mayoría de veces. Dibujitos cuando me aburro en alguna reunión. La lista de la compra y esas cosas. Pero hoy no, hoy estoy dispuesto a escribir 4 frases que van a determinar el nuevo rumbo en mi vida, así que los desenfundo como un cowboy dispuesto a disparar.
Estoy tan vivo, tan lleno de sensaciones especiales por sacar y disfrutar que tengo que exteriorizarlas.
Algo trascendental me ocurre, lo sé porque sólo me pongo así de intenso cuando me pasan esas cosas que te vuelven una persona preclara, con metas en tu vida, todas ellas más que al alcance de tu mano, aunque estén a parsecs de aquí. O incluso a eones...
Ya estoy ordenando todas esos pensamientos.
Todo empieza con una nueva luz al final de un largo camino. Todo me lleva a pensarme a mí mismo como la mejor versión posible de mí, con superpoderes incluidos. Los que tengo y los que voy a conseguir, por supuesto.
El camino está lleno de dificultades que voy a sortear, porque todas las cosas en mi vida van a empezar a girar en la dirección correcta, sin lugar a dudas.
Mientras lo voy andando en mi cabeza, ese camino se hace más amplio, y más lleno de cosas que me hacen seguir avanzando, porque todas ellas son lo que quiero y necesito para ser quien debo ser.
Me siento bien conmigo mismo, estoy emocionado con el giro inesperado que va a tomar mi vida y lo lógico de toda esta progresión geométrica de mí mismo y ahora que lo veo claro apunto mi lápiz al bloc para empezar a escrib...
En ese momento, mis ojos observan que mi mano ya ha hecho todo el trabajo en el centro de la página abierta del bloc, mientras mi mente creía que era ella quien dominaba la situación...
Dejo el lápiz al lado del bloc, casi con reverentemente, y una inmensa sonrisa me ilumina la cara mientras observo el giro ineperado que acaba de dar mi vida. Me siento vivo. Estoy bien. Sonrío.
Me acabo mi infusión y me levanto de la silla para irme a casa.
Cojo el teléfono y abro el "wassá" y para escribir un mensaje, el que de verdad quería escribir:
    "Mensaje a ignorar según lo leas... Échote de menos..."
Y acto seguido envío un par de emoticonos:
    "Una sonrisa y una rosa"
Guardo el móvil.
Estoy deseoso de recibir un sencillo "jijiji" por respuesta. Por que sé perfectamente que no voy a recibir otra cosa. Y no me importa. Lo más mínimo. Me parecerá realmente perfecto. Lo sé.
Estoy sonriendo por la calle y camino con toda la fuerza que me da esa página en mi bloc. Que no es poca.
Camino casi saltando con la alegría que me da esa espera tonta de una respuesta tan sencilla.
Suena el aviso de un mensaje. Mi cara estalla de felicidad.
Hoy ha merecido la pena, ha sido un buen día. (Tal vez debería cambiar mi estado en el wassá...)
^_^

Estar a la altura

Lo siento tanto...
Miro atrás y te veo alegre y feliz. Miro atrás y te veo llorando, a veces de alegría. Otras de pena. Otras por razones que sólo tú conoces. Miro atrás y te veo a mi lado.
Miraba hacia adelante y ahí estabas, conmigo. Pero ha desaparecido ese banco. Ahí donde te sentabas a mi aldo y me dabas la mano... La niebla ha arrancado ese banco, ese lugar lleno de magia... Sólo queda La Nada... Todo al alrededor es dolor, pero en el lugar del banco, no hay nada... Y me muero por dentro.
No he estado a la altura. Nunca lo estuve y jamás lo hubiera estado.
No mereces que nadie se conforme. Mereces que te amen, que te ensalcen día tras día tras día. Mereces NO conformarte. Mereces que te devuelvan todo lo que das. Nadie es perfecto, pero eso, simplemente, te hace más maravilloso aún...
Siento tanto no haber estado a la altura... Lo siento tanto...

Sinceridad. Crueldad. Maldad. Vacío. Sinonimia...

Que alguien te diga que no es suficiente para ti. Comprender y reconocer el diseño propio por el cual no puedes ser feliz. Saber que vives una verdad y una mentira a partes tan iguales que a veces no distingues cuando es verdad y cuando es mentira. Dejar la rabia plasmada y que descubran toda esa rabia y la reconozcan como verdad. Todo esto lo podemos llamar sinceridad, crueldad, vacío... y de tantas muchas formas que siguen sin poder darle un sentido real o concreto a todo esto.
¿Y eso? ¿En qué lugar nos deja?

Modo Randall F.


Randall
El corazón. Ese órgano al que nos referimos cuando queremos relacionar lo que sentimos con nuestro organismo. Imagino que porque se acelera al sentir miedo, pasión, angustia, deseo, ira, satisfacción y un larguísimo etcétera de emociones.
El lugar donde señalamos en nuestro pecho (en realidad está más a la izquierda), como si allí se guardara algo más que músculo y fluidos. Como si realmente el amor estuviera ahí encapsulado. Como si el odio estuviera en un baúl de proporciones ridículas en comparación a su auténtica magnitud.
¿Qué ocurre si el pulso ni se inmuta cuando ves a alguien morir a tus pies? ¿Ese corazón, dónde está? ¿Sigue en el pecho o emigra a nuevas zonas del cuerpo? ¿Dónde debo señalarme cuando no siento lo más mínimo frente a una muestra de cariño, ni siquiera cuando es hacia mí?
Y la pregunta de dónde debo señalar es mucho más sincera de lo que nadie se puede imaginar. Me gustaría saberlo. Ya que a veces creo que debajo del pulmón izquierdo tengo un hueco vacío. Ni un nudo, ni un dolor, ni una tristeza. Nada. Vacío.
Y si está vacío. Qué significado puede tener para mí tener sentimientos. Si no puedo ni colocarlos, ni clasificarlos, ni desarrollarlos ni mucho menos demostrarlos.
Apatía. Durante mucho tiempo también pensé que ese era mi estado natural. La apatía. Pero eso tampoco es cierto. No siento nada en absoluto ni por mis congéneres ni por mi entorno, pero eso no hace que no sea de pensamiento activo ni que no desee saber el porqué ni que no quiera hacer cosas por descubrir qué significa esto que no siento dentro. Experimentar con las personas de mi alrededor, a veces, casi consigue que mi sonrisa sea sincera, como si de una emoción se tratara. Luego descubro que corroborar la vacuidad ajena sólo acentúa la mía y comprendo que mi sonrisa de debe a un acto reflejo para aparentar satisfacción ante la confirmación de una hipótesis. Nada más.
Y ahí es donde hay 2 conceptos que vuelven a hacerme pensar que realmente no formo parte de esta especie. Lo que es bueno y lo que es malo. Cómo distinguir una cosa de otra si ninguna de las 2 me provoca la más mínima sensación de realidad. Si cuando las cosas buenas para unos son las malas para otros. Y viceversa. ¿Quién tiene razón? ¿Nadie? ¿Todos?
Derechos humanos. Derechos animales. Ecología. Y sin embargo la evolución está repleta de casos de destrucción sin explicación. De desapariciones indiscriminadasce. De supervivencia, depredación y extinción. Sin que la naturaleza opine sobre si eso es o no correcto. ¿Realmente la comunicación nos da tantos derechos como para proclamarnos dictaminadores del bien y el mal?
¿Y si podemos experimentar con seres pluricelulares en pro de la ciencia, porqué no puedo hacer lo mismo con los humanos circundantes? ¿Qué les diferencia de los monos? ¿La comunicación? Para que haya comunicación debe haber un emisor y un receptor. Según mis observaciones, los receptores ya se han extinguido. Así que los emisores deben ser los siguientes.
Como he oido decir en algún sitio: “Todo lo que tiene un principio, tiene un final”. Seguramente la frase tenía otro sentido, sin embargo no me parece relevante, pues las palabras fuera de contexto nunca lo són.
************
Dejó caer el frasco en medio de la plaza.
En la etiqueta se podía leer una referencia a un virus de la gripe.
Flagg


Abrazo

Saltamos por las rocas del espigón y nos sentamos.
Me descalcé. Era invierno, pero hacía un sol y un calor perfecto para descalzarse. Yo estaba de espaldas mientras me descalzaba. Y cuando me giré ahí estaba tu cara.
Preciosa. Algo delgada. Yo la recordaba algo más redonda, sin embargo seguía siendo un óvalo precioso. La barbita recortada y canosa. No hacía mucho que te la había recortado, aún tenías granos enrojecidos en el cuello. Tu calva. Igual de canosa que la barba. Y tus ojos enmarcados por esas gafas. Tristes, cansados, aburridos de sufrir, perdidos, alegres, tímidos, expectantes, ansiosos. Había tantas cosas en ellos que el corazón se me desbordó en milésimas de segundo.
Intercambiamos 3 frases medio profundas. Idioteces, en el fondo. Y me pediste que me sentara debajo tuyo para poder abrazarme. Y lo hice.
Y a partir de ahí el tiempo se detuvo. Lloramos, hablamos, nos miramos, por más vergonzoso que te sintieras y esquivaras mi mirada cada 3 segundos, pero sobretodo me abrazaste como nunca me habían abrazado, ni volverán a hacerlo en la vida.
Fuerte, sin hacer daño en nigún momento. Sin dejar un centímetro sin estar en contacto. Dejando que tus manos corrieran por mi espalda, permitiendo que tu profesión saliera a relucir. Acariciándome, besándome.
No deseo explicar lo que sentí. No tengo ninguna intención de explicar lo que ocurrió. No voy a contar qué pasó.
Es todo mucho más sencillo.
Todo el mundo debería obtener, aunque fuera una única vez, aquello que anhela. Aunque lo único que anheles sea un abrazo. Perfecto.

Mi mejor amiga

Casi casi, crecimos juntos. En realidad, sí que lo hicimos. Sólo que no fueron los cuerpos los que lo hicieron.
Nos encontramos cuandoesa etapa ya estaba acabada. Ya teníamos 2 cuerpos adultos. Lo que faltaba por madurar eran aquellas cabezas. Cuántas cosas les quedaban por aprender a ese par de adolescentes inmortales, invencibles y guerreros... Una infinidad de cosas.
Volamos, ¿lo recuerdas? El primer beso, el primer abrazo, el primer tocamiento sórdido. Si el suelo de aquél comedor hablara, si el patio de aquel instituto hablara, si aquella habitación hablara... Dirían que eramos un par de niños descubriendo lo que significaba amar. Lo que ellos no sabían entonces era que aquellos 2 niños estaban decubriendo lo que era la amistad. La más fuerte (que no interminable ni indisoluble) de las amistades.
Ahora, con el tiempo ya pasado y en nuestras espaldas, sé que nunca te mentí. No cuando el que te decía que te amaba era ese niño descubriendo lo bello de compartir la vida con alguien en quien poder confiar completamente. O casi. Porque nunca tuve el valor de decirtelo abiertamente y en eso te dejaste engañar tanto como yo te mentí. En eso sí que lo hice.
Decidimos compartir una vida juntos. Y crecimos. Hasta que crecer nos hizo mayores. Demasiado mayores como para ignorar durante más tiempo quine era yo. Demasiado mayores como para ignorar el sacrificio que estábamos haciendo absurdamente. Demasiado como dejar de lado que tú eres tú y yo soy yo y que nunca hubo un verdadero nosotros. Al menos, no el que finjíamos que existía.
Te amé, te amo y sé que te amaré por siempre. Te llevo en el corazón porque es inevitable. Siempre estuviste en él y no pienso arrancarte de ahí. Es tu lugar.
Simplemente, nunca estuviste en el lugar adecuado de ese corazón. Y eso, me temo que es, exclusivamente, culpa mía.
Hoy, con los años en la espalda, quiero decírtelo, para que nadie se confunda. He compartido unos muy buenos años de mi vida contigo. Y me arrepiento únicamente de no haberlo hecho siendo sincero, conmigo mismo y contigo. Pero sólo de eso, porque de muchas otras cosas, no puedo arrepentirme. Cómo nos hemos reido, llorado, apoyado, aprendido, enfadado, odiado, reconciliado, preocupado, distanciado, reencontrado, vivido, sentido, esperado, pero sobretodo, como nos hemos mirado a los ojos y hemos sabido que teníamos delate a la persona más especial del mundo. A nuestro mejor amigo.
No me importan las mentiras, ninguna de ellas. Sí, mi niña, soy lo que soy y realmente ahora estoy viviendo MI vida. Sin embargo, no me importa que hasta aquel momento hubieramos vivido NUESTRA vida. Porque fue una muy buena vida conjunta. Cuánto nos habíamos llegado a reir, por favor....
Encuentra tu felicidad. Yo hago lo que puedo. (¡¡No me quejo!!) Pero no te olvido, ni quiero. Te aparto, eso sí. es necesario para continuar con esta mi vida. Pero no te olvido ni te extirpo de mi corazón. Porque aunque no fuera tal y como tú hubieras querido, estuviste mucho tiempo habitando aquí, en mi pecho.
Hemos cambiado mucho. Hemos crecido. Y te has ido. Supongo que era inevitable que te fueras. Pero siempre te echaré de menos. Siempre.
Siempre echaré de menos a mi mejor amiga. ^_^