Adiós

Tengo la última foto abierta en mi móvil. En una de esas aplicaciones que te unen a la gente, porque se supone que puedes compartirlo todo desde una pequeña pantallita táctil. Y yo sin embargo, sé que esta imagen es el fin de todo lo que nunca fué.
Me intentaste amar. Lo sé y lo supe desde el principio, pero nunca pasó de un intento. Supongo que nunca has podido hacer más por mí. Imagino que nunca fui lo que realmente buscabas. Así que era lógico que cada uno tomara un rumbo distinto después de aquellas minivacaciones. Una de esas cosas que nunca salen como uno desea y aún así las lleva toda la vida aquí, en el corazón y en el recuerdo como unos de los más grande tesoros que se pueden poseer.
¿Sabes una cosa? Fuiste la primera persona que durmió abrazado a mí toda la noche. Sin quejas, sin molestias en el brazo (siempre sobra un brazo en estas situaciones...) sin importarte nada más que tenerme cerca. Dejando que notara todo tu cuerpo junto al mío durante TODA la noche... Es algo tan sencillo, tan mágico y tan raro, que simplemente por eso creo que jamás podré olvidarte. Y por esa misma razón, sé que aún viendo la foto, esta última foto y sintiéndome roto como me siento mientras soy incapaz ni de eliminarla ni de apartar los ojos de la pantallita táctil dejaré de sonreir como sólo alguien que ha amado incondicionalmente lo puede hacer al recordar.
No sabes cuanto te amé. Y mucho menos sabes cuánto sigo haciéndolo. Y ni yo me imagino cuánto te seguiré amando por el resto de mis días. Fuiste mi luz en mi momento más negro. Sólo verte me hacía sentir vivo. Cómo nunca antes pensé que uno se pudiera sentir. Era ver tus ojos, esos increibles ojos verdes y saber que eso era la felicidad. Incluso hoy, pasado ya tanto tiempo, sé que aquello era la felicidad. Y no puedo dudarlo ni por un instante.
Fantaseé con una vida contigo. Y eso fue el fin de lo que nunca empezó. Ahora lo sé. Pero no pude y supongo que no quise evitarlo. Las luces de aquella primera noche te hacían brillar. El agua hacía reverencias cuando tú te movías. Tu abrazo era tan delicado y tan fuerte y tan sincero que no pude evitarlo y mi imaginación voló. Y después de eso me abrazaste toda la noche. Así que sólo podías ser un regalo del cielo o el padre de mis hijos. Y dejé que el padre de mis hijos se convirtiera en humo.
Lloré, viajé, me equivoqué, encontré un nuevo camino y me obligué a deajr de pensar en ti y en quien ya eras para mí. Y lo conseguí, hasta que volviste a mi vida en forma de fotografía.
El mundo es un pañuelo y siempre hay alguien que conoce a otro alguien que a su vez es amigo de alguien más y al final, mientras zorreabas por ahí (es la palabra más correcta y los 2 lo sabemos...) reapareciste.
No importa ni cómo ni de dónde ni quién me devolvió la sonrisa, porque eso fué lo único que pude hacer al saber que estabas vivo y pendodeando: sonreir.
Como cuando te ví la primera vez corriendo hacia el coche desde la estación. Sonriendo como cuando me diste el primer beso en los labios, como cuando me dijiste que eso no era un beso de verdad y me rodeaste la cara con tus grandes y cuidadas manos y me besaste hasta hacerme perder el equilibrio, literalmente. Sonreir como cuando me abrazaste para evitar que me cayera al suelo.
Sonreí.
Y eso sonrisa se ha congelado para siempre en el tiempo. No sé la razón exacta, pero intuyo que se debe a que no voy a dejar de amarte por más que debiera. El corazón no atiende a razones, ahora lo entiendo.
Prefiero sonreir mientras te miro en esta foto en la que estás guapisimo riendo junto a tu marido. Junto a ese hombre con el que estoy seguro que duermes abrazado toda la noche. Esta foto que no puedo dejar de mirar.
Prefiero sonreir, aún sabiendo que esa persona que está ahí a tu lado en la fotografía y que es tan y tan parecida a mí, que tiene esa cara y ese mismo cuerpo que veo yo por las mañanas al despertar en mi espejo, aún sabiendo que él te tiene a ti y yo duermo solo, esperando que llegues y me abraces y me digas que todo ha sido una pesadilla. Aún así, prefiero sonreir.
Te amo, mi pequeño. Tanto que jamás podré desearte otra cosa que no sea tu felicidad. Y sé que ese hombre que está a tu lado en esta foto, que no puedo eliminar, te cuidará. Porque se le ve en su mirada, te mira como yo lo hice al despertar a tu lado mientras tú aún dormías abrazado a mí. Te mira con un brillo dulce en sus ojos, se siente protegido debajo de tu brazo, se siente el hombre más afortunado... Y lo es. Y él lo sabe...
Por favor, no le falles. Te lo ruego, sólo merece tu amor. Créeme, lo sé a ciencia cierta, sólo necesita que tus ojos verdes lo acaricien por la mañana para ser feliz. Sólo eso, mi niño, sólo eso.
Te ama.
Mi vida, mi regalo, el padre de mis hijos... Adiós...

No hay comentarios:

Publicar un comentario