Te has ido (Cuentos mientras dormías - Prólogo)


Yo creía que ya no tenía lágrimas, pero parece que no era cierto, que aún me quedaban algunas.
Si me viera desde fuera estoy convencido que mi estampa me haría reír. Discretamente, por supuesto, porque no está bien reírse en un crematorio. Y sé que lo haría porque me conozco y los dos sabemos que soy lo suficientemente cafre como para hacerlo. Pero hoy no soy capaz de verme desde fuera. Ahora mismo lo único que soy capaz es de mirar la caja de madera que mantiene prisionero tu cuerpo para poder calcinarlo. Dentro de esa caja de roble está mi última oportunidad de ver tu cuerpo. Y se está esfumando ante mis narices.
Y por más que me había prometido a mí mismo y a ti que no lo haría, no puedo reprimirlo más. Aquí estoy, mientras el marido de tu hermana me sostiene en pie, gritando y llorando tu nombre, queriendo impedir que te cremen. Roto, vacío, solo…
Roberto, te has ido. Y yo sólo he sabido despedirme de ti llorando y gritando. Te amo, mi vida, mi bien, mi amor. Pero el patético de tu marido ha encontrado la mejor de las formas de despedirte: montando una escenita.
Lo siento, mi niño. Ojalá hubiera podido controlarme, pero creo que no puedo soportar no volver a ver tu cara sonriéndome mientras te llevo a la cama y te beso y te abrazo antes de dormir. No voy a poder soportar no sentir el roce de tu piel cuando te cojo la mano y la apoyo en mi mejilla para poder conciliar el sueño.
No creo que pueda aprender a vivir sin ti. Roto, vacío, solo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario